Llegué sin saberlo.
Hice todo, o casi todo, lo que me indicaron
y ordenaron.
Seguí los pasos de un camino ya marcado,
un poco en la ignorancia de lo que hacía.
Pasó la vida con llantos, alegrías, esfuerzos
y algunos placeres.
¿Quién sabe si ésta ruta es la correcta?
¿Quién sabe si es mejor saber lo que nos enseñaron,
o saber que puede haber otro camino?
¿Quién sabe si es mejor tener capacidades cognitivas?
Al final del camino, me queda la duda de si viví lo que debí haber vivido,
(para lo que seguramente he sido creado y puesto en este Mundo);
o simplemente cumplí con los preceptos ya formulados por otros, anteriormente.
Y, me iré. Me iré sin saber para qué, por qué y cómo;
sabiendo que la despedida es dura y que los dolores nos hacen sufrir,
al punto de amargarnos los años cercanos a la llegada a no se adonde, ni cuando.
JORGE HORACIO RICHINO
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