Como si estuvieras
ahora conmigo,
como si el tiempo
no se hubiera marchado;
siempre vive en mi
tu recuerdo añorado,
para regalarme tu
luz y tu abrigo.
Con esa sonrisa
dulce y luminosa
que sólo
insinuarla otorgaba alegría
y que aún
conservas en tu lejanía
cual tierno regalo
de tu boca hermosa.
Otra vez recorro
lugares comunes
intentando hurgar
en tu cripta sellada,
que el rayo del
tiempo dejó sepultada
y ya ni se aspira
tu suave perfume.
Maldita la muerte
y detestable el tiempo
que quiebran la
vida de seres amados,
dejando nostalgias
que ya son pasado
y un grito que
queda flotando en el viento.
Luna no te ocultes
tras la nube gris,
Sol no te sumerjas
en el horizonte,
lloren luz y
fuego... mas luego remonten
a cielos opacos de
turbio matiz.
Jorge Horacio
Richino
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