sábado, 8 de marzo de 2008

TRISTEZA EN EL MAR




Contra las rocas de aquel acantilado
se había clavado la proa de aquel desolado barco.
Seguramente la furia de Poseidón lo había sacado de su curso
y yacía allí incrustado entre la arena y la piedra.

Ignoraba cuánto tiempo atrás había sido la tragedia,
aunque por lo oxidado de su casco
seguramente serían muchos años.
Años de golpear y golpear, sobre su enmohecida estructura,
infinitas olas que producían una espuma blanca en su derredor.

La tarde era gris y ventosa,
y la bruma avanzaba hacia la costa
humedeciéndolo todo.

Tenebroso y dramático era el paisaje
que me estrujaba el corazón al contemplarlo.
Tristeza profunda, y a la vez misteriosa,
que aunque parecía invitar a retirarse de aquel sitio,
prevalecía una fuerza poderosa que me retenía
-tan fuerte como las rocas lo hacían con el corroído navío-
intentando que la melancolía de esa visión
prolongara mi angustia... aún, un poco más.





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Jorge Horacio Richino
Todos los derechos reservados.
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Poema publicado en todos sus sitios y otras

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