miércoles, 4 de diciembre de 2019

CINE DE BARRIO



Aquellos días de cine
gentes a plena emoción 
llenaban su corazón
esquivándole al derroche,
mirando cualquier función
… matinée, vermouth o noche.


Posados en sus butacas 
y al lado de otros sentados
o quizás también parados
más con ojos bien atentos,
parecían embobados
… a prima facie contentos.


Comenzado ya el rodaje
 entraba en marcha la acción
y sin mayor dilación 
todos cerraban el pico
a excepción de algún borrico 
mal educado y bufón…


… que no paraba de hablar 
mientras la gente chistaba
y por demás se enojaba 
armándose flor de interna, 
y así el acomodador
encendía su linterna.

  
Un chispazo de repente
en la pantalla se vio
pues la cinta se cortó 
y en un febril pataleo 
el público enardeció.
¡Oh Dios Santo que jaleo!


No faltaba algún guarango
que al toque abría un paquete
todo lleno de panqueques 
que en su boca se metía 
... mientras hablaba comía 
con asqueroso deleite.

  
Cuántas cosas que pasaban 
en esas raras funciones
y a pesar de situaciones 
sumamente bochornosas, 
hoy las guardo como hermosas
y me llenan de emociones.









Jorge Horacio Richino

Copyright