jueves, 9 de noviembre de 2017

RESCATANDO RECUERDOS - Relato




Era enero de 2013
y estábamos pasando unos días
en la bella ciudad de Carlos Paz,
en las sierras de Córdoba.

Nos habíamos alojado
en un bonito y cómodo hospedaje
llamado “El Mesón de la Montaña”.

Como es común a los turistas,
ciertos días salíamos a recorrer en automóvil
esos bonitos paisajes  enclavados
en el pintoresco Valle de Punilla.

Partimos temprano, por la mañana,
sin saber siquiera donde pararíamos a almorzar.
Fuimos dejando atrás lugares como;
Bialet Massé, Cosquín y Valle Hermoso,
hasta llegar a la La Falda.

Durante el camino íbamos recibiendo alternativamente
la luz del sol y la sombra de gigantes arboledas,
de variadas especies,
que tornaban muy agradable nuestro paseo.
  
Allí, en la última ciudad mencionada,
hicimos un alto con el objetivo
de descubrir algo más de lo visto
en anteriores viajes al lugar.

Por lo tanto ascendimos por la apacible Avenida Eden
hasta llegar al antiguo Hotel Eden,
que por muchos años había permanecido
en estado de abandono y no era posible visitarlo.

La municipalidad de La Falda se había hecho cargo
del mítico hotel, que se encontraba refaccionado
y abierto al público para su visita,
como también para ser rentado como
 un centro de recepciones y otros eventos.

Un guía nos condujo por las instalaciones,
relatándonos viejas historias
que se habían concebido
durante los años de vigencia del hotel
hasta el final de sus días de esplendor.

Así pudimos saber que
fue fundado en el año 1898, culminando su actividad en 1970.
Desde entonces sobrevinieron años de abandono,
saqueos y maltratos,
hasta que en 1998 fue adquirido por el municipio local.

Nos contaron de las visitas ilustres que pasaron por allí,
tanto de nacionalidad argentina como europea.
Por ejemplo, Arturo Toscanini, Berta Singerman, Rubén Darío
y los presidentes Agustín Pedro Justo, José Figueroa Alcorta,
Julio Argentino Roca y Roberto Ortíz

Hay fotografías relativas a la presencia de Alberto Einstein en el lugar,
como también se sabe que Ernesto Guevara de la Serna
se infiltró en dicho hotel para averiguar sobre posibles actividades nazis
en la provincia de Córdoba.
Esto fue mucho tiempo antes de convertirse
en el mundialmente conocido “Che”.

El establecimiento pasó por diferentes manos,
siendo los hermanos Heichhorn los que permanecieron
más tiempo durante los años de explotación comercial
y se conoce que eran financistas
del régimen Alemán del Tercer Reich,
como también amigos del perverso dictador Adolf Hitler.

Una vez hecha la visita
donde pudimos contemplar la suntuosidad del lugar,
adornado con algunas esculturas de hierro muy bellas
y situadas en el interior de lo que era
el antiguo salón comedor y sala de baile;
decidimos irnos para continuar nuestro itinerario
con un buen y necesario almuerzo.

Sobre la misma avenida Eden
Encontramos un pequeño restaurante
donde pudimos saciar nuestro apetito.

Al momento de retirarnos, cruzamos unas palabras
con un señor de unos 65 años, aproximadamente,
el cual nos contó un poco de la historia
relativa a los comienzos
de la hoy importante ciudad.

Nos hizo pasar a un salón privado
y nos mostró, en sus paredes, variadas fotografías enmarcadas
donde se podía apreciar la construcción de hotel,
como también  la de las primeras casas
que se instauraron en el entonces pueblo de La Falda.

Nos reafirmó lo que ya nos habían contado
respecto a que el hotel -durante muchos años- transmitía por altavoces
las noticias que eran, generalmente, relativas al régimen nazi
y a su propaganda.
 Siempre con la intención
de tener bien aleccionados a los pobladores,
quienes solían colaborar monetariamente
con dinero que luego era girado a Alemania.

Lo comentado sucedía en la época en que Hitler
comenzaba a destacarse como figura política,
hasta el final de los días del Tercer Reich.

Así, cargados de información y de cosas que
 pese a parecernos inconcebibles
nos generaban una gran curiosidad,
iniciamos el regreso
hasta nuestro lugar de alojamiento
en la maravillosa “Villa Carlos Paz”.

Ya entrada la noche
 cenamos en un restaurante de la ciudad
y luego paseamos por los alrededores
del hermoso “Mesón de la Montaña”.

El éter estaba saciado de estrellas
y una espía blanca nos contemplaba,
fue entonces que te robé un beso
… mientras tu amor me arropaba.

Jamás olvidaré ese instante
de pasión tan desbordada,
cuando el cielo se escondía
y la luna se callaba.



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Jorge Horacio Richino

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Publicado en diversos sitios y páginas web del autor
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