Desde el último vagón
observé que la distancia
poco a poco me alejaba
del pueblito de mi infancia.
Quede mirando hacia atrás
viendo recuerdos queridos;
morriñas de tiempos viejos,
la familia, los amigos.
Sentí partírseme el pecho
y en mis mejillas dos lágrimas,
cuando ya no divisaba
el sitio de mis nostalgias.
La vida me puso metas
que no pude rechazar,
y fue preciso marcharse
para poderlas lograr.
Mas cuando estuve alejado
se hizo una brecha en mi alma
y de forma involuntaria
comencé a perder la calma.
Volví rápido a mi asiento
y abrí el bolso que portaba,
para ver si estaba el saco
con las cosas que llevaba.
La corteza del ombú,
la tierra del jardín de casa
y mi bolita puntera,
el gran amor de mi infancia.
Una foto con mi viejos
y otra con mi perro fiel
me pusieron más tranquilo
mientras se alejaba el tren.
Me recosté en mi butaca
aferrado a mi equipaje,
se calmaron mis angustias
y dormido seguí el viaje.
Es muy duro abandonar
la tierra que nos vio crecer,
los que alguna vez nos fuimos
sabemos que es padecer.
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Jorge Horacio Richino.
Todos los derechos reservados.
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Poema simultáneamente publicado en:
http://huellaspoeticas.blogspot.com
y otros sitios y ediciones del autor.
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